
Ayer la Guardia Civil detuvo a nueve integrantes de los CDR acusados de preparar acciones con explosivos. O sea, atentados.
Hasta ahí la noticia.
Podrá ser más o menos preocupante. Dependerá de la infraestructura, de la organización, de la verosimilitud y de otros factores.
Locos y fanáticos lo hay en todos sitios. A mi lo que de verdad me preocupa es la reacción del mundo independentista.
Eso es lo que realmente es peligroso.
¿Y si es verdad que preparaban actos violentos?
Tanto políticos, como medios, como personas relevantes del independentismo han salido en tromba a condenar de nuevo la «represión del estado«.
Y eso desde el minuto cero.
Todavía la información que tenemos es muy poca, y lo lógico sería tomar un asunto tan serio con muchísima cautela.
Especialmente por parte de los poderes públicos.
¿Y si es verdad que ese grupo estaba planeando crear explosivos? ¿Y si es verdad que estaban diseñando planes de actuación violentos? ¿Y si es verdad que son gente peligrosa?
El independentismo se equivoca de cabo a rabo…
La inexcusable llamada de la tribu.
Uno de los aspectos más nocivos del nacionalismo en mi opinión es el concepto de «tribu».
Si hay algo que ha distinguido a Europa es el librepensamiento y los nacionalismos son básicamente colectivistas.
El individualismo no tiene cabida. O eres de los nuestros o eres de los otros, y a los nuestros los protegemos.
Es constantemente la lógica del amigo-enemigo, lo cual es muy peligroso. Tanto, que líderes presumiblemente «responsables» apoyan al unísono a unos acusados que podrían estar preparando actos injustificables.
No todo vale.
Si algo aprendimos en Euskadi es que el problema del terrorismo empezó a acabarse el día que empezaron a perder el apoyo social.
Si el independentismo ha decidido apoyar o justificar cualquier acto perpetrado por cualquier persona por el mero hecho de pertenecer a la «tribu», la cosa acabará fatal para todos.
Justificar lo injustificable es una insensatez. La única respuesta sensata con el conocimiento que tenemos no puede ser otra que la cautela, la mesura y mantener la cabeza fría.
Todo lo demás es una muestra más de fanatismo irracional que tratándose de temas tan serios, no debiéramos permitirnos.
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