
La reacción generalizada ante la coyuntura política española actual fluctúa entre el hastío y la indignación -sitúese cada cual donde prefiera-.
Vamos de cabeza a por las cuartas elecciones generales en cuatro años y el desgaste va pasando factura. Una sensación de dejá vú corre por nuestras venas pero algo de repente ha cambiado: ¡Iñigo Errejón se presenta a las elecciones!
Quizás como noticia no es que sea inmensa ya que en realidad la implantación en el territorio de Más País es más bien escasita, pero un poquito de savia nueva se agradece como agua de Mayo.
El regreso del hijo prófugo.
Podemos nunca fue un partido, fue una confluencia de muchos, y es algo que Pablo Iglesias nunca supo gestionar bien.
Poco a poco fue convirtiendo un proyecto de naturaleza multicefálico en una organización presidencialista más propio de la «vieja política» que de los «tiempos modernos«.
Y muchos de los otrora líderes y fundadores de la plataforma morada se fueron quedando en la cuneta laminados por la mano férrea de un líder demasiado protagonista.
Entre ellos Íñigo Errejón quien decidió montar su propio proyecto y presentarse contra su antiguo partido a las elecciones de Madrid.
Y no le fue nada mal…
El viento sopla a su favor.
El fracaso de no ponerse de acuerdo en formar gobierno de los dos líderes de la izquierda le abre a Íñigo una ventana de oportunidad muy interesante.
La diferencia entre Errejón e Iglesias cuando se enfrentaron por el liderazgo de Podemos no fue tan enorme, lo que quiere decir que la tendencia que representa Errejón tiene muchos seguidores.
Seguidores que están cansados de un líder cuya imagen viene deteriorándose desde hace demasiado tiempo.
Para ese votante, en mi opinión, supondrá una forma de castigar tanto a Pablo Iglesias como a Pedro Sánchez sin tener que recurrir a la abstención.
Porque si Errejón puede quitarle votos a Podemos también puede hacerlo al PSOE.
Ten en cuenta que durante mucho tiempo Errejón ha sido mimado por PRISA y PRISA siempre ha sido donde ha estado el granero de votos más importante de los socialistas.
La llegada de Íñigo supone una nueva recolocación del tablero electoral.
¿Quién debe estar más preocupado? ¿A quién beneficiará más la irrupción del exlider morado en la política nacional?
Pues vayamos por partes.
Entiendo que a Iglesias le viene fatal. Si de por sí las elecciones ya prometían ser complicadas para él, la irrupción de su examigo puede suponer la puntilla final a su liderazgo. Y así lo confirma la reacción tan virulenta que han tenido sus seguidores en Twitter.
A Rivera no creo le afecte demasiado a no ser que el éxito electoral de Errejón sea tal que al PSOE no le haga falta pactar con Cs para formar gobierno.
El quid de la cuestión está en si beneficiará más al PP o al PSOE.
Al PSOE le interesa tener un socio a la izquierda con el que poder pactar si fuera necesario, y a priori, le sería mucho más cómodo hacerlo con Íñigo que con Pablo, pero por otro lado se le puede ir mucho voto cansado de tanta falta de seriedad.
Ya veremos…
Al PP parece que tampoco le ha hecho mucha gracia, ya que el mayor enemigo del bloque de la izquierda es precisamente la abstención y parece que Íñigo puede ser un gran recolector de ese tipo de votos.
El placer de navegar sin brújula.
Ya veremos a quien beneficia o perjudica.
A mi personalmente me parece que ha tomado una buena decisión y que le puede ir muy bien.
Pero lo que más me encanta es ver como todos andan perdidos ante la noticia.
Sin encuestas van a ciegas y es fácil que les salga lo que de verdad llevan dentro y no lo que les conviene decir en términos demoscópicos.
Muchos empezamos a estar demasiado hartos de una excesiva teatralización de la política que hace que todo sea mucho más un teatro sin fondo ideológico alguno.
To be continued…
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