
Albert Rivera era un tipo majete. Una de esas personas que le caía bien a la mayoría. Un chico que se hizo un hueco nada desdeñable en la complicada política catalana empezando desde cero.
Pero por desgracia para él, eso ha cambiado.
Tenemos chica nueva en la oficina.
Haciendo un poquito de memoria podremos recordar cómo hasta no hace mucho Ciudadanos era partido de ámbito estrictamente catalán.
Pero sus constantes subidas en el número de votantes les hicieron plantearse crecer y convertirse en un partido estatal.
A priori la idea era unirse con un partido llamado UPyD ( ¿te acuerdas? 😉 ), liderado por una señora llamada Rosa Díez, quien a día de hoy básicamente se dedica a dar caña a sus excompañeros del PSOE, y a quien no le debió parecer muy buena idea.
La cosa es que UPyD básicamente desapareció fagocitado por Ciudadanos.
Ciudadanos. El partido bisagra.
De marcado corte pragmático, Ciudadanos era un partido concebido para navegar entre el PP y el PSOE.
Un poco de socialdemocracia, un poco de liberalismo, agitamos la coctelera y conseguimos que la gobernanza de España no dependa de los nacionalismos.
Y así fue durante un tiempo.
A veces PP, a veces PSOE,… Ciudadanos iba centrando dependiendo de la tesitura del momento.
Pero llegó el momento aciago para la formación naranja: la inflamación de los egos por la malsana influencia de la Real Villa y Corte de Madrid.
¡Qué mal nos sienta Madrid!
Madrid es mucho Madrid, y lleva siendo así desde que los Quevedos se enfrentaban a los Góngoras en debates dialécticos atroces.
Rivera cobra notoriedad y comienzan los cantos de sirena.
La «gente importante» quere reunirse con él. Hace debates con la flor y nata de nuestra sociedad.
No cabe duda, es el chico de moda.
Y seguro que, como otrora le pasará a Pablo Iglesias, pensó que nada era imposible.
Objetivo Moncloa. ¡A Por el Sorpasso!
Se da la circunstancia que mientras que sus resultados mejoraban, los del Partido Popular caían en picado por una infinidad de razones.
Y a Rivera se le queda una palabra grabada a fuego en sus neuronas: sorpasso.
Si gano en votos al PP, podré aliarme con ellos y seré el Presidente de España.
En realidad la idea era factible, y no estuvo demasiado lejos de hacerse realidad. Pero no fue así, y lo que parecía un plan maestro acabó por desvelarse como un castillo de naipes construido sobre un líder venido a más con demasiadas ínfulas.
Despertando del cuento de la lechera.
La realidad es tozuda y compleja, y la carambola que hubiera hecho falta para que Rivera posara sus estilizadas nalgas en el «Trono de hierro» no se dió.
Y es que era demasiado complicado que se diera.
Por un lado el PP es mucho PP. Subestimar a un partido que tiene una implementación en el territorio tan amplia y estable fue un gran error. Igual que pasara con el PSOE por parte de Podemos, se le subestimó.
La coyuntura puede hacer que las tendencias vayan fluctuando, pero la bestia, aunque dormida, sigue ahí. Y es muy poderosa.
Por otro, al virar a la derecha, Rivera dejó todo el centro despejado para que Sánchez obtuviera un resultados excelentes (e inútiles como se acabó viendo).
Así que las dos condiciones no se dieron: ni Ciudadanos superó al PP, ni la suma de las derechas daba mayoría parlamentaria.
O sea, hicieron un pan con unas tortas.
Un negro futuro para Rivera.
Si Rivera no hubiera sido tan ambicioso. A día de hoy sería posiblemente Vicepresidente de España y estaría en condiciones de «demostrar» a los españoles sus capacidades de gestión.
Pero no, en lugar de haber dado estabilidad a España que se suponía que era uno de los propósitos fundacionales de su partido, nos vemos abocados a afrontar una repetición de las elecciones donde posiblemente su posición se vea muy depauperada.
El PP ha perdido el miedo a VOX y volverá a intentar centrarse y si Rivera permanece en las mismas posiciones preveo que será vapuleado por su «aliado preferente». Y si decide volver a centrarse e intentar ocupar el hueco que dejó libre a Sánchez tendrá que desdecirse de demasiadas cosas.
Por no hablar de los jirones que se ha dejado en forma de gente importante que ha dejado el partido tras la deriva que ha tomado.
En definitiva, en lugar de asumir su papel y seguir consolidándose, Rivera a tenido demasiada prisa en convertirse en la estrella principal, y ha sido un error catastrófico.
Ciudadanos es un partido muy presidencialista y el ha estado ahí desde el principio.
Pero si las cosas fueran distintas, no creo que Rivera se comiera las uvas como Secretario General de Ciudadanos tras los resultados de las próximas elecciones del 10 de noviembre.
Un desastre.
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